martes, 13 de marzo de 2012

king size

Dormir en una cama King Size y no compartirla es un pecado mortal.

Y más cuando al lado de esa cama tienes una bañera enorme acristalada y separada de la cama por una persiana de metal dónde los listones giran sobre si mismos con un toque de botón, las luces crean ambientes diferentes según los intereses y las vistas a Venecia son impagables.

He decidido que no voy a dormir sola.

El recepcionista me ha dado un upgrade por haber estado alojada anteriormente. Nunca había estado en el hotel. Podría devolverle el favor. Además no está nada mal.

Salgo a cenar.

Ojos negros y labios rojos, la mejor combinación para la piel clara y el pelo rubio. Nunca falla.

Pescado crudo, vino tinto, té verde, gintonics y más gintonics.

Agotada pero con unas ganas de no dormir sola tremendas. Taxi.

 Nunca subestimes el poder de un taxi.

Tengo acompañante. No lo había planeado pero creo que el recepcionista puede esperar a mañana.

Le cojo de la nuca y le planto un beso que el tío se me queda mirando, flipando, y sin reaccionar.

Próxima parada Venecia. Hay otro recepcionista, mucho más feo. Seguro que lo hacen adrede para que ninguna salida como yo se los lleve a la cama.

Subimos por el ascensor. El chico ni mu. Nos ha salido paradito.

Le cojo de la camiseta.

-        Vas a flipar.

Sigue sin decir ni mu. Creo que le estoy asustando.

Llave. Tarjeta. Botón. Luces íntimas.

Vamos a estrenar la cama.

Lo tiro encima. Buff no me había dado cuenta de lo grande que era la cama hasta este momento.

Aquí podría haber montado perfectamente un trío.

Me quito los zapatos y las medias. Al chico se le abren los ojos como platos. No digo nada. Le dejo que mire.

Me quito el vestido. No tiene mucha tela, sale rápido.

-        Te toca ¿no?

Sé que estoy siendo un poco dominatrix pero que espabile, que ya deberá tener una edad. Por cierto, ni idea de la edad.

Torpemente se quita la camiseta y los pantalones.

Bueno, mejor de lo que me esperaba. Creo que voy a pasarlo bien.

Le muerdo la boca, le recorro el cuello y le jadeo en la oreja. Nunca falla. La orejas son el punto débil de todo tío viviente.

Parece que empieza a enterarse de que va la cosa, empieza a besarme, poco a poco.

 Esto va muy lento, así se nos hace de día.

Le cojo de la cabeza. La lleva rapada. Me gusta el tacto de las cabezas rapadas. Pinchan.

Le beso como si no hubiera un mañana, le paso la mano por la espalda, y le aprieto el culo por debajo de los calzoncillos. Bonito culo. Me gusta apretarle la nalga con fuerza.

No le dejo que inicie nada, yo mando. Le empujo de los hombros y me pongo encima.

Si tuviera unas esposas lo ataba.

Me quito el sujetador. Sé muy bien como hacer que pierda la respiración. Le beso la boca,  pasó al cuello y las orejas y sigo bajando. Le chupo los pezones. Otro punto que no falla. Jadea. Sigo abdomen abajo.

Esos calzoncillos ya no pintan nada aquí.

Vaya. Buena polla. Este tío me está dejando alucinada.

Se la empiezo a lamer,Solo un poquito. No sea cosa que se me vaya a correr y yo me quede a dos velas.

La cosa empieza a funcionar, el chico me coge la cabeza y me lleva hacia su boca. Se me pone encima y baja.
Está aprendiendo. Le encantan mis pechos, no para de jugar con ellos. Sigue bajando. Buff que te coman el coño es de las cosas más placenteras que te pueden hacer en una cama cualquiera. No hace falta king size para eso. Pero no viene mal.

Lo hace muy bien, me retuerzo de placer, me mete el dedo, o los dedos, da igual, yo solo noto un placer intenso por todo el cuerpo que me hace pedirle que me folle. Y no es una opción. Es una orden.
-        ¡Follame!
-       
No lo hace. ¿Que pasa?

-        No llevo condones.

Joder. No se puede tener todo en esta vida. Yo, con mi king Size, mis luces, mi tío, mis ganas y mi calentón y resulta que me faltan los condones.

-        ¿Pero tu en que mundo vives?
-        Yo... pensaba irme a dormir a mi casa...
-        Joder, pues ahora no me dejes así, sigue con lo que estabas haciendo. Y a ver si te sirve de escarmiento para la próxima vez porque yo no pienso tocarte.

Igual fui muy dura pero me cabreé, cuando me pongo cachonda no respondo a benevolencias.

Y nada, que me quedé sin un buen polvo.

A la mañana siguiente nos dimos un baño con espuma y un masaje con aceites que me hizo perdonarle el despiste de la noche anterior.

Le pedí el teléfono. Igual le llamó más adelante. Y ya cogeré yo los condones. Los tíos suelen tropezar dos veces con la misma piedra.



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