lunes, 15 de mayo de 2023

12 años sin Pedro San Martín

 Feliz inicio de semana Pedro.


Hace 12 años que dejamos de vernos y cada año que pasa, de alguna manera u otra, te siento presente.


Y sí, puede que sea mi subconsciente, mi corazón o la casualidad encontrada a la confluencia de nuestras diferentes dimensiones.


Pero hace justo una semana que mi hija Abril terminó el tratamiento oncológico contra la leucemia que empezó un 27 de enero de 2021.


Con 5 años tiene más resiliencia vivida que muchas personas que ya han pasado la mayoría de edad.


Espero que en esto no se parezca a la madre y las montañas rusas que le queden por vivir, sean altibajos banales a los que las personas damos importancia cuando lo verdaderamente importante está en orden.


Escucho “La buena vida” mientras te escribo. 


En septiembre se lio una buena al subirse casi toda vuestra discografía a la plataforma “Spotify” (plataforma musical en streaming).

De repente, todas las canciones que grabasteis con Siesta se hicieron públicas.

Fue una alegría que duró muy poco.

Un bot ruso sin autorización, hizo aparecer, crear la polémica y desaparecer, en unos días de diferencia, vuestras canciones del streaming actual.


Ya ves, hasta los rusos andan metidos en vuestra trayectoria infinita. 


En marzo, el universo me regaló una de las escapadas que más anhelaba.

Durante 3 días se iba a celebrar un congreso nacional de direcciones de escuelas públicas en Donosti.


Y decidí arrepentirme (que no lo hice) de lo hecho y volar.


Jorge se quedó con las niñas (bendita suerte la mía de compartir mi vida con él y sobrellevar las mareas y tormentas y disfrutar de las alegrías y risas juntos) y yo volví a San Sebastián y me sentí absorbida por los recuerdos, la cuadrilla y la ciudad.


Días de una intensidad brutal de sentimientos, recuerdos, reencuentros y aprendizaje.


Por una parte, conversar con personas en el ámbito laboral que apoyaron y acompañaron la reivindicación legislativa para que la interpretación de los permisos docentes se hicieran más reales y consiguieras modificar una praxis incorrecta para los docentes valencianos con hijos con cáncer.


Hay muchas personas con ganas de que nuestra educación pública sea un referente de calidad y acompañamiento emocional.

Pero hace falta inversión, gestión y red de trabajo común.


Por otra parte, volver a recorrer la bahía con el viento de cara y mirar el mar mientras el débil chirimiri me encrespaba el pelo.

Sentarme en un banco de la concha a primera hora de la mañana.


Volver al centro comercial San Martín, comprar libros en la FNAC y hablar con un señor mayor (con su periódico y su pan bajo el brazo), del tiempo, de la familia y de la vida en general.


Sentirme como hace más de una década mientras paseaba por el centro mientras tú ibas a trabajar.


Con unos días preciosos de sol, nubes grises y ese final de día evocador que regala la ciudad cuando las mareas van bailando al son del efecto lunar.


Pero lo que más feliz me hizo es quedarme en la nueva casa de Borja. Conocer a Berta y volver a compartir una noche con la cuadrilla que pudo unirse a la llamada de mi fugaz visita fue como volver más de una década atrás.


Quedaron muchas personas por abrazar y otras muchas a las que espero que no vuelvan a pasar tantos años para volver a compartir lugar.


Pero qué complicado es (aunque no debería) encontrar el momento de volver y volar.


Dejar de ser madre (por primera vez durante 3 días) y volver a ser la chica que vivió en San Sebastián junto a personas que me enseñaron placeres de la vida con los que siempre convivir.


Porque era como si nada hubiese cambiado de esas escapadas que hice un año después de perderte.


Porque no quería perder también Donosti. Y me aferraba a la ciudad y a las personas. 


Y se estaba desvaneciendo.


Y las partículas volvieron a aflorar.


Volver a abrazar a Borja, verle feliz, hablar de música, de libros, de tonterías y recordarte con la sencillez que lo hacen aquellos que no importa el tiempo que haya pasado sin mirarse a los ojos porque estamos impregnados de ti.


Me hizo mucho bien volver a ese espacio para darme cuenta de que sigues en mi esencia. Que mi vida ha cambiado tanto que poco queda de aquella chica veinteañera que se enamoró locamente de un treintañero bon vivant que le hizo descubrir el mundo, los placeres, los viajes express y los backstages de los festivales de España en general.


Y no quiero perderlo.


Cada año la experiencia de las situaciones vividas nos transforman, nos hacen replantearnos nuestras convicciones, nos invitan a mirar hacia adentro y van surgiendo nuevas dudas y comportamientos que realizamos buscando la estabilidad mental y emocional.


Pero aquí seguimos, tú mandando señales y yo compartiendo mis neuras y vivencias contigo y con el mundo.


Porque sigues existiendo en miles de corazones y pensamientos.


Para muchas personas, el 15 de mayo aparte de ser el día de la familia, la esclerosis tuberosa y San Isidro el patrón de Madrid, también es el día de recordar los momentos vividos contigo, los conciertos y canciones de La Buena Vida y tus inagotables ganas de vivir que se apagaron hace 12 años en una carretera nacional.


Espero volverte a escribir y contarte que mis hijas conocieron nuestra ciudad, que volvimos a coincidir en el universo en el cruce mágico de las coincidencias de la casualidad y de que, venga lo que venga y pase lo que pase, cada recuerdo del día que el destino nos hizo separarnos será un día tan normal como especial.


Por ti por siempre,

de corazón.

“Vapor de carga” - Hallelujah! - La Buena Vida