miércoles, 25 de abril de 2012

Zaragoza


Pasear contigo cogida de la mano por el centro de aquella ciudad sin playa en la que los vientos helados hacían que tuvieras las manos frías, el vermú en aquel precioso bar, el agua con gas, la violinista incansable con su vibratto, los maniquís de blanco mirándonos de reojo...

Las compras, los vestidos, las botas. Los bombones que no comimos, la dieta, las camisas, las gafas de 15 euros, los taxis de 3.

Los conciertos vetados, los vodkas, las ginebras, el vino, las fotos que finalmente no salieron, los encuentros inesperados, las sorpresas...

Cenar contigo en el Vips, en el Gino's o en la habitación del hotel. Verse envuelta de risas, cotilleos, confesiones, de momentos en que lo demás da igual. Comunidades de España, faltas de ortografía, análisis de monumentos.

Las plantadas y los chismes, las miraditas envidiosas y el gossip girl español.

Los guiris, los músicos, los farandulistas, las llaves.  Los áticos, las pastillas, las cámaras, los carretes y los videoclips de Beyoncé.

Los bailes de guateque, el contoneo de caderas, los 12 cm, los lazos entrecruzados, los espejos, los juguetes, el +18.

Secret diary of a call girl, el despertarme contigo, darte los buenos días, el besarte por todo el cuerpo, el que me mires, el que me desees, el que me regales, el que me mimes... el que hagas 260km por mi, el que haga 300km por ti.

Los servicios de habitaciones, el mini-bar, las mañanas sin ropa, mi poco instruido gusto por los perfumes, mi coche, las marchas duras, las medias, las naranjas, las verduras asadas, tu ipod.

Las mañanas sin sol, los desayunos con café, las botas de vértigo, el periódico.

Tu confianza, mi confianza.

Tus miedos, mis ganas.

El punto intermedio. El equilibrio perfecto. La incertidumbre. La esperanza.



jueves, 19 de abril de 2012

Escribir


Cuando empiezo a escribir nunca sé lo que quiero poner. Se me van ocurriendo palabras, ideas o simplemente sensaciones que recorren mi cuerpo.

Me gusta tener un folio en blanco delante,tan impoluto y perfecto que da lástima mancharlo.

Lo doblo por la mitad. Es una manía, pero las ideas me fluyen más rápidas en tamaño cuartilla.

No me gustan los blocs. El gusanillo no está pensado para los zurdos que nos lo clavamos cada vez que empezamos la línea.

Prefiero los que tienen puntos perforados para cortar las hojas. Yo creo que, en otra vida, fui vendedora de cupones y lotería. Me reconforta oír el rasgueado de la hoja al liberarse de su taco.

Prefiero el gramaje alto (creo que los bolis también), la tinta se desliza y se adhiere con precisión. Mi mano, que pasa por encima de cada palabra unas cuantas veces (cosas de zurdos), no se mancha de tinta aunque esté toda la tarde escribiendo.

Además, las hojas de 90 gramos tragan como si no hubieran comido en una semana. No se notan ni las pequeñas sobras que suelen dejar las delgaduchas en la página siguiente, cuando están saturadas de tinta.

Ahora están los ordenadores, mucho más prácticos que el papel. Escribes, borras, reescribes, cortas, pegas... pero no sientes.

No sientes el deslizar de la tinta, no sientes el gusanillo clavándose en la mano,no cambia tu letra contigo.

En un documento word siempre estás neutro. Eres un times new roman, Verdana o comic sans ms. Dejas de ser tu.

Dejas de tachar, dejas de borrar, te pican los ojos y dejas de escribir.

Parece una tontería, pero mis mejores ideas surgieron de un papel de 90g perforado y doblado por la mitad, deslizándose sobre el un boli de tinta líquida de 0,7 y desbancaron a un portátil de 17 pulgadas con el openoffice.org 3


Usemos el lápiz, el boli y el papel.


Vale la pena.



lunes, 16 de abril de 2012

Amantes


Quiero besarte como ayer.
Quiero que vuelvas a abrazarme como anoche.
Quiero que me beses como ayer.
Quiero abrazarte como anoche.

Emborracharme, drogarme, follarte, y dormirme contigo.
Emborracharte, drogarte, follarme y dormirte conmigo.

Quiero volver a viajar por ti.
Quiero que vuelvas a viajar por mí.

Soñarte, tocarte, sentirte, amarte.
Soñarme, tocarme, sentirme, amarme.

Quiero volver a verte.
Quiero que me vuelvas a ver.

Bloody mary, vodka, vino, wisky.

Sexo, drogas, amor y pop.




lunes, 9 de abril de 2012

La rosa de los vientos


Como una rosa de los vientos, así me definía el.
Todas las mañanas esperaba a ver mi rostro para saber si luciría el sol, si habría chubascos o saber si los truenos se apoderarían del cielo.
Después se ponía su traje chaqueta azul y se iba a informar al mundo de la meteorología del día.

Aquel día frunció el ceño.
  • Buenos días. La cosa hoy está alterada. Se prevén chubascos en la zona norte y nubes y claros en el resto del territorio.
Todas las mañanas el mismo procedimiento. Ese era mi trabajo, ese era su maldito trabajo…
Estaba harta de madrugar todas las mañanas para avisar al mundo de algo que no era imprescindible para vivir.
Así que decidí dejarle. Ya se las apañará solito…

Desde entonces el chico de la chaqueta azul nunca acierta con el tiempo. Ha entrado en depresión. Su traje se ha descolorido y su mirada se ha vuelto vacía.

En cambio yo soy más feliz que nunca. He descubierto que es mucho mejor ser una rosa de los vientos, levantarse a las 12 del mediodía y jugar con los tios que quieren intentar descubrir que tiempo hará al día siguiente.

Porque me gusta jugar.
Me gusta ser mala y nunca lo he sido.

Así que decidí pasar del mediodía y vivir de la noche. A nadie le interesaba saber el tiempo que haría la noche siguiente. La gente quería divertirse, quería meterse rayas y follar hasta la saciedad.
Y eso hice. La oscuridad se hizo mi compañera de batallas y la meteorología dejó de preocuparme lo más mínimo.

Una mañana, cuando volvía a casa después de haber estado con un alemán del que no recordaba ni de qué color tenía el pelo, vi que se acercaba el chico de la chaqueta azul que tantas veces me había visto despertar. Ya no era el mismo azul.
Ese no era mi chico de la chaqueta azul. Era una imitación barata. Estaba segura. De todas maneras le miré y le fruncí el ceño. Seguí, reventada por los 10cm de tacón, hacía mi apartamento.

  • Buenos días. La cosa hoy está alterada. Se prevén chubascos en la zona norte y nubes y claros en el resto del territorio.

Aquella mañana el chico de la chaqueta azul volvió a prever el tiempo con exactitud.

A partir de ese momento el día hizo un pacto por la noche y los hombres del tiempo pueden acertar con exactitud la meteorología del día siguiente si se pasean de madrugada en busca de la rosa de los vientos.


martes, 3 de abril de 2012

Cerrar para abrir

Y se cerró la puerta.
Dejé todo lo que más quería atrás.
Todo fue muy rápido.
De repente.
No me dio tiempo ni a pensar.
Ahora me encontraba allí, sola, frente a un mundo nuevo y desconocido que me invitaba a empezar de nuevo.
¿Y si volvía a intentar abrir la puerta?
Hay veces que se puede volver atrás.
¿Y si intentaba recuperar cosas de ese mundo que tanto me gustaba y me había hecho tan feliz?
¿Servirían de algo en el mundo que me iba a tocar vivir ahora?
Me quedo quieta un rato.
Allí, plantada, mirando el pomo de la puerta relucir.
No lo voy a abrir.
Voy a girarme y a seguir andando.
Sin mirar atrás.
Hay miles de cosas nuevas a mi alrededor que desconozco.
Algunas me gustarán.
Otras no.
Sigo andando.
A lo lejos alguien me saluda.
No le conozco.
Es guapo. Me sonríe.
Me voy acercando.
De repente, un cristal.
Es una puerta con un pomo dorado.
¿La abro? No pierdo nada.
No le conozco, pero tampoco puedo volver atrás.
Esa opción ya la rechacé.
Abrir siempre es mejor que cerrar.
Intentar siempre es mejor que resignarse.
Avanzar siempre es mejor que retroceder.
Crucé la puerta y la cerré.
El chico me sonrió y me dio la mano.
Seguimos andando. Juntos.
Nos encontramos con otra puerta.
Esta vez, ninguno de los dos la abrió.