miércoles, 26 de junio de 2013

Personas - Errores


La vida puede cambiarte en un instante.


Me encanta conocer a las personas. Y no digo por conocer tener una amistad para toda la vida. Digo conocer a escuchar los relatos de sus vidas, a comprender sus problemas, a celebrar sus logros, a aprender de sus vivencias... a eso le digo conocer a alguien.
A finales del año pasado, por casualidad, como todo lo que suele ocurrir en esta vida, conocí a un chico.
Moreno, guapo, fuerte, y con una conversación que me dejó eclipsada.
No acostumbro a asombrarme por nadie, y menos por un chico de 24 años. Pero tenia algo especial. Algo que me intrigaba más allá de su historia y de su vida ya de por sí fascinante.

Nos vinimos bien. Creo que también le gustó mi aportación a la conversación y eso se notó con la dedicación de horas personales a darle al teléfono y a la comunicación escrita instantánea.

Me gustaba. Me gustaba desde el primer día que hablamos.

Solo le había visto en foto y la verdad, físicamente me atraía.

Tenía ganas de conocerle. Yo soy así. Tengo ganas y lo hago. Sin pensar demasiado.

A Barcelona. Un ratito de Euromed.
Financiero, a tope de trabajo. Imposible tenerlo 24 horas para mí.
¿Se puede vivir la veintena con un trabajo que no te permite ni pasar un fin de semana con una chica?
Para conseguir el éxito hay que sacrificarlo todo, me decía.


¿TODO?


Nunca le conocí. Sigo en contacto con él, me gusta saber de su vida y sus logros pese a no haberle tocado nunca pero los errores se pagan caros.

Sé que se arrepiente de no haber quedado conmigo.
Cada situación y cada vivencia tiene su momento y su lugar.

Desapareció del mapa por algún tiempo. De repente, un día, me llamó y me saludó como si solo hiciera unas horas que no hablábamos.

La increíble historia que me contó era suficiente para perdonarle su ausencia.

La vida puede cambiarte en un instante.

Hay errores que nos acompañarán siempre.
 
 
 
 

miércoles, 12 de junio de 2013

Enfermedades. Dos años sin papá.


El otro día una amiga me dijo que tenía que contarme algo. Estaba enferma. Hacía un mes que le habían empezado a hacer pruebas.


Se desplomó en el trabajo. Dejó de sentir las piernas y los pies y cayó.

Brote de esclerosis. Enfermedad incurable. Degenerativa.

Una semana de 5 horas de gotero por día.

Lo que puede llegar a hincharse aún no lo sabe. Si conseguirán ralentizarle la enfermedad tampoco.


Ella me lo contaba tranquila, todo el año machacándose en el gimnasio y en la piscina y ahora la iban a cebar a cortisona. ¡Qué putada!


Hoy hace dos años de la muerte de mi padre. Morir cuando aún te quedan tantas cosas por hacer y tanto cariño por dar debería estar prohibido. Pero no lo está.


Tenemos a nuestro alrededor muchas personas a las que valoramos, queremos y apreciamos. Disfrutemos de ellas.


La vida es tan casual como la muerte. La salud es tan aleatoria como la enfermedad.


Mi amiga es muy guapa, es feliz, tiene amigos y amigas que le quieren. ¿por qué tiene que vivir con todo ello a partir de ahora? Es muy decepcionante pensar que no podemos hacer nada. Pero así es.


Podemos cuidarnos todo lo que queramos y más, vivir la vida más sana que podamos llegar a concebir y tener una plenitud mental que haga que nadie nos pueda derrumbar pero, si por una de aquellas llama a tu puerta el destino y te dice: - Guapo, guapa, te ha tocado. Es lo que hay.


Nadie se escapa de la enfermedad. Te toca vivir lo que te echen, durante el tiempo que sea y como sea.

Mientras lo vivas y puedas sonreír, siéntete afortunado.


Todos vamos a sufrir aunque no queramos. La vida es mucho más complicada a medida que la vives.


Los problemas se intensifican a medida que a tu alrededor todo envejece.


Porque ojala todos envejezcamos. Eso querrá decir que hemos tenido la oportunidad de vivir.
Muchos otros nunca se verán arrugas, ni verán a sus nietos, incluso a sus hijos crecer y sólo quedará de ellos lo que cada una de las personas que les quisieron guarden en su interior.

 

Papá, queda mucho de ti en mí.


Gracias.

 




jueves, 6 de junio de 2013

Mundo de locos


No eres el primero que me deja tirada.

Tampoco creo que seas el último que lo haga.

Es triste pensar que va a volver a suceder, pero los hechos te enseñan que las personas somos egoístas y egocéntricas, que solo actuamos por nuestro beneficio y que podemos pisotear a cuantos se nos pongan en el camino para conseguir nuestros objetivos.

Espero que aún haya gente en este mundo de locos que no lo haga.

Espero que al menos unos cuantos vivan a mi alrededor.