Hola Pedro.
¿Cómo va por el universo?
En la tierra, un año más, todas las personas que te conocimos recordamos que te fuiste a la francesa y nos quedamos sin poder seguir compartiendo la vida contigo.
Qué difícil de entender es la muerte cuando queda tanta vida por delante.
Qué difícil de llevar es la ausencia cuando todo estaba por hacer y todo hubiera sido posible.
Hace trece años de aquel quince de mayo que cambió el curso de mi vida (y el de muchas otras personas) y cada vez el mundo gira más deprisa.
Como cada año, releo la carta anterior y pienso en todo lo sucedido estos 365 días sumados a tu partida y a mi experiencia.
Me ha pasado volando.
Este año de alegría sin quimioterapia, sin confinamiento, con dos niñas en el colegio y un trabajo que cada día es más demandante y absorbente ha pasado como un torbellino de actividades, vivencias y aprendizajes.
Vamos muy rápido Pedro.
Nada que ver al ritmo que compartíamos. Y eso que, a eventos, no nos ganaba nadie.
La tecnología nos ayuda, pero también nos esclaviza.
Estamos aprendiendo a gestionarla y a gestionar nuestras necesidades y prioridades entre el mundo real y virtual. Entre la realidad y la ficción de la red.
Pero no hay manual de instrucciones.
Tampoco para la maternidad y la paternidad.
Y menos paras las dos situaciones a la par.
Y como en todas las nuevas experiencias, el mundo avanza entre el ensayo, el acierto y el error.
AMA sacó disco en la primavera del año pasado y AMATEUR lo ha hecho este año con Mushroom Pillow.
No hace falta que te cuente mucho porque sé que ellos lo harán constantemente. Hay demasiadas cosas vividas (tantas que desconozco la mayoría) y mientras sigan creando canciones, estarás presente en ellas.
Muchas veces pienso en cómo me marcaste en esos 5 años que compartimos juntos. En la relatividad del tiempo y las palabras del bioquímico Carlos López Otín: El tiempo emocional, que nada tiene que ver con el real.
Aprendí tanto junto a ti que pasan los años y sigue habiendo cosas que me hacen volver atrás. Te lo he contado muchas veces, pero sigo utilizando tu cartera y oliendo tu perfume (casualidades de tus gustos, todo de Paul Smith), sigo teniendo todos tus discos en el rinconcito musical de la casa (con spotify cada vez el formato físico lo utilizamos menos) y los libros de Houellebecq, Hesse o Sempé.
Me gustaría que, aunque pasen los años, aunque se me rompa tu cartera, se termine tu perfume o las vivencias vayan difuminando los recuerdos, estas conversaciones que tenemos a solas, con la luz de una pantalla por testigo, no se desdibujen nunca.
Las señales que me has mandado todos estos años han calado gota a gota en mis recuerdos esenciales.
Estoy viviendo esos últimos años que viviste con mi edad. Te recuerdo vital, incansable, con las ideas claras y al mismo tiempo con una vulnerabilidad y una necesidad insaciable de ser amado.
Leía una entrevista que le hacían a Jesús Terrés en Gatrópolis a raíz de su última novela “Buscaba la belleza” y me quedo con la frase que abre el libro:
“Nunca sabremos cómo serían nuestras vidas si las cosas no hubiesen sido como son”.
Y así es.
Solo me queda recordarte. Al igual que espero que, entre todas tus partículas que han vuelto al universo y todas las ideas que creaste y que dejaste por utilizar, siempre recuerdes a aquella chica que apareció en tu mundo para quedarse, pero el destino hizo que la historia nunca pudiera continuar.
Un abrazo grande Pedro.
Siempre te recordaré como un ser especial.