Domingo por la mañana.
El olor a sofrito de paella valenciana, el calor y el sol que empiezan a posicionarse
con fuerza.
Todo es cíclico
pero nada permanece.
Hace once años me
hundía en un pozo negro en el que dejé de sentir mi cuerpo para centrarme en la
pena y el dolor de escuchar la noticia de haberte perdido.
Físicamente.
Porque hoy, más
de una década después, sigues aquí.
En las palabras,
en mis recuerdos y en los de mucha gente que sigue recordando todas sus
vivencias y sentimientos que creasteis juntos.
Hola Pedro,
Creo que ha sido
el año más extraño desde que te fuiste.
Parece que fue
ayer cuando te escribí y ya han pasado 365 días en los que he escrito al mundo
casi a diario los dramas, alegrías y sentimientos de una vida que, como
cualquier otra, es una montaña rusa de vivencias.
Ha pasado tanto y
tan poco al mismo tiempo que me cuesta cambiar algo de lo que te dije en la
anterior carta.
Ayer la releía y
pensé en lo afortunada que soy de poderte contar tanto en tan poco espacio. De
poderte abrir mi corazón y mis pensamientos sin esperar respuesta más allá de
mis entrañas.
Y sí, el parque
de atracciones de nuestra vida continúa en la categoría Premium.
Seguimos viviendo
en torno a un tratamiento.
Un tratamiento
que ya cursa la última y más larga fase del proceso y que, en estos momentos,
avanza acompañado de una rotura de tibia que nos lo ha complicado un poquito
más si cabe la existencia.
Paciencia, amor y
empatía.
Abril, pese a
tener unas cartas malísimas, las ha sabido jugar con maestría y es una niña
admirable en muchos aspectos de la vida.
Con cuatro años
ha vivido tanto y tan intenso que su existencia siempre estará marcada por su
partida maestra contra la leucemia.
Su partida, la
nuestra y la de todas las personas que viven de cerca su juego.
Ayer se corrió la
primera carrera del GR36 que separa Montanejos de Villavieja (localidad donde
el patrón es San Sebastián).
En ella Pedro, el
mejor amigo de Jorge y padrino de Abril, decidió crear un reto en el que se
proponía recorrer sus 64 kilómetros en 8 horas y recaudar al menos 1000 euros
para la investigación contra el cáncer.
La repercusión que
está teniendo a nivel autonómico y local no nos la esperábamos nadie. Radio,
televisión, prensa, redes y una recaudación que seguirá activa unas semanas y
que ya supera casi el doble lo esperado.
Y a mí, cuando se
acerca el ecuador de mayo, todo me recuerda a ti.
Los santos, los
nombres, las fechas, las pequeñas coincidencias…
El día de la
familia.
Todo me recuerda que
sigues ahí, con tus sutiles señales, con tus recuerdos materiales que aparecen
de vez en cuando por casa; como tu perfume (qué potentes son los olores), tus
libros, nuestra música…
Mensajes de tus familiares,
de tus amigos y amigas donostiarras, de los conocidos y conocidas del indie, de
los fans de La Buena Vida que esperan con ansias que vuestra música no se quede
en el olvido y que las pequeñas grandes joyas que son vuestras canciones
acompañen a nuevas generaciones en sus particulares parques de atracciones de
la mente y el alma.
Las redes nos
siguen acercando igual que un día nos acercaron a nosotros dos.
Al mismo tiempo,
han llegado a un nivel de exigencia, de rentabilidad, de manipulación y de
postureo vivencial que debemos aprender a gestionarnos y acompañar en la
gestión a las generaciones que avanzarán y crecerán en un entorno altamente
digital.
Porque seguimos
siendo esencia de contacto, porque el no poder tocar hace imprescindible el
soñar, porque el no ser tangible hace muy difícil el recuerdo.
Pero no podemos
cambiar el pasado ni vivir con miedo al presente ni al futuro.
Disfrutemos del
viaje. Estemos donde estemos y seamos lo que seamos.
Cuerpo, luz,
pensamiento o palabra.
Gracias por ser
mi primera revolución emocional, Pedro.
Un año más lejos
pero con la seguridad vivida de que mi camino siempre tendrá un trozo del tuyo
entrelazado hasta la eternidad.
Por siempre y
para siempre.
La flor que
enseñaste a amar.