Una
noche de enero, me vino a la cabeza el single que había sacado hacía
un tiempo uno de mis cantautores preferidos y todo lo que me
transmitió en su momento. Así, que decidí escribirle un escueto:
“Gracias por tu música” en su página de Facebook.
Esperando
la contestación, me sorprendí al ver que me respondió un chico que
decía haber leído todas las entradas de mi blog.
Me hizo
gracia el comentario y le contesté. Empezamos a mandarnos mensajes
por el chat.
A los
pocos días parecía que nos conociéramos de años.
Era un
chico de mi misma edad, que vivía en Madrid pero era del
norte,estudiante y fanático de Leonard Cohen, Bob Dylan, Nacho
vegas…
Me hizo
descubrir la maravilla que era “Alleluya”, “Suzanne”, “Like
a rolling stone”, “Brujita”, “Añada de Ana la friolera”…
y un montón de grupos y canciones del estilo.
Me
encantaba pasar largas horas hablando con él por whatsapp y por
teléfono.
Era un
chico muy metódico, que estudiaba largas horas al día y sólo se
auto dejaba hablar a la hora de comer y cenar.
Poco a
poco, pese a todo y sin habernos visto en persona, nos encaprichamos.
Me
contaba cuentos todas las noches por teléfono, gracias a él,
conocí uno de los relatos que aún hoy, más me gustan, “La chica
más guapa de la ciudad” de Charles Bukowski.
Quería
venir a conocerme pero, por aquel entonces, no tenía sitio para
alojarle y decidí ir a Madrid a la residencia de estudiantes donde
vivía. Nunca he tenido mucho problema en escaparme a la ciudad.
Estuvimos
juntos 3 días. Me llevó a sitios preciosos, a ver atardecer, a una
caverna subterránea donde todas las paredes estaban escritas con
poemas y los camareros con pajarita roja servían mientras un
pianista con esmoquin tocaba piezas de jazz, a un recital de
poesía...
Nos
besamos por la calle, nos metimos mano en el metro, hicimos el amor
como dos amantes que saben que nunca más se volverán a ver.
Y así
fue.
Lo
encontré frío el último día.
Se
despidió con un simple beso en la frente y un: “Nos vemos pronto”.
Ante la
situación desconcertante subí al bus y volví a casa.
Ya no
le he vuelto a ver. Me dijo que me quería, que nunca nadie había
hecho todo lo que yo había hecho por él y nadie le había dado
tanto como yo durante esos tres días que estuvimos juntos.
Pero él
era un tipo raro, un chico que amaba más sus estudios que las
relaciones, al que le gustaba atormentarse para ser feliz y que
quería sentirse desgraciado para poder escuchar las canciones de
amor y desamor y sentirse identificado con ellas.
En
cambio yo era una chica muy corriente, sonriente, con ganas de vivir,
de amar, de sentir, de disfrutar, con ganas de ser simplemente feliz.
Así
que no hizo falta un adiós. Simplemente bastó aquel beso en la
frente y aquel “nos vemos pronto” para darnos cuenta de que el
contador de cuentos nunca más volvería a marcar mi teléfono.
Pd: En
la realidad me costó un poco asumir que una persona pudiera auto
destruirse tanto para sentirse bien consigo mismo y me costó dejar
de pensar en aquel contador de cuentos raro que en verdad solo había
compartido conmigo cama 3 veces pero que a mí (encandilada por las
relaciones complicadas y raras) me había hecho descubrir que la
chica más guapa de la ciudad se había cortado el cuello para
suicidarse.
es hermoso muy genial
ResponderEliminargracias
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