Y
después de tres años el cabrón me dice que necesita tiempo. ¿Se
puede saber qué clase de tiempo necesita?
…...................................................
- Escoge una carta.
- ¿La que quiera?
- Sí, escoge la que más rabia te dé.
- Esta.
- Bien, mírala. No te olvides de ella.
- Vale.
Barajó.
Y de repente hizo una mueca con la boca… poco a poco se fue sacando
una carta dobladita de entre los labios…
- Ábrela.
- ¡Está toda babosa!
- ¡Anda tonta! ¡Ábrela!
Te
quiero. Ponía.
….....................................................
Y tres
años después de ese te quiero me dice que necesita tiempo.
Pero yo
sé por qué es… lo sé muy bien…
Porque
soy demasiado buena, porque le he malcriado, he soñado un futuro con
él y he pensado que era el hombre de mi vida.
Porque
lo sigo pensando.
Y sé
que él se ha ido con una pelandrusca que le dijo que quería
follárselo en los baños de una discoteca, que le trata como a una
basura, que no quiere ni en pintura una relación seria y que le ha
dicho a la cara que nunca será el hombre de su vida.
Pero
ellos prefieren a las malas.
Ha
olvidado que en una relación hace falta la magia y que la magia es
efímera, como la vida…
Puede
que su truco nunca se vuelva a repetir…
Y puede
que cuando se de cuenta sea demasiado tarde para los dos.
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