Hola Pedro,
Supongo que en la
dimensión donde te alojas os habréis enterado de la situación que tenemos en la
tierra.
Si hace 9 años
nos hubieran dicho que esto iba a pasar mientras nos bebíamos una botella de
vino blanco en aquel parque de Ámsterdam pensaríamos que el alcohol nos estaba
subiendo demasiado a la cabeza.
Pero ya ves.
Nos hemos creído
demasiado invencibles.
Está muriendo
mucha gente y la economía se está yendo a pique.
Los sanitarios
trabajan por encima de sus posibilidades con escasos recursos de protección.
Los docentes
hemos creado un nuevo sistema de enseñanza virtual que pierde fuerza por todos
sus poros.
Porque… ¿Quién se
preocupa de los niños? ¿Quién se preocupa de los mayores?
Personas que tele
trabajan, que han perdido su trabajo, que han rebajado sus jornadas laborales,
que se han acogido a ERTES…
No está la
sociedad para fiestas pero al mismo tiempo es lo que más necesitamos. La
música, el arte, la cultura…
¿Qué nos va a
pasar?
Amaia versionaba
este verano en su gira truncada vuestra canción estrella.
Y nadie sabe
nada.
Vamos hacia lo
desconocido. Vivimos en la incertidumbre de una desescalada que se mira con
lupa y nos hace plantearnos la sociedad en la que nos hemos convertido y el
egoísmo del ser humano.
Al mismo tiempo
hemos visto iniciativas preciosas, hemos salido a aplaudir a los balcones,
hemos compartido creaciones, nos hemos dedicado tiempo, hemos dedicado tiempo a
los que conviven con nosotros, hemos explotado las video llamadas y hemos
repensado nuestras vidas y nuestras prioridades.
Y todo por un
virus no visible a simple vista que ha hecho paralizar el mundo y nos ha
quitado a millones de personas de nuestro lado.
Soy afortunada.
De momento no lo
he vivido de cerca.
Tele trabajo
durante toda la mañana sin parar gestionando llamadas, resoluciones,
instrucciones, dudas… Estar en contacto
y coordinación con otros directores, inspección, consejería y demás órganos
educativos.
Trabajamos en
equipo para la gestión del centro y la coordinación docente.
Con la tutoría de
sexto de primaria intento estar presente. Creo que es lo más importante. Son un
buen grupo y eso se nota incluso sin poder estar con ellos.
La semana que
viene nos hubiéramos ido 4 días de colonias y me duele en el alma no poder
hacerlo.
Incluso Abril,
que aún toma pecho, ha aprendido a dormirse con Jorge y yo me hubiera ido más
tranquila.
Gracias mundo por
enviarme a Jorge.
También es
maestro de música pero al no tener ni la dirección del centro ni una tutoría su
horario de trabajo es mucho más flexible y cuida de Abril mientras yo exprimo
las mañanas.
Ya tiene dos
años.
Ha empezado una
etapa preciosa. Empieza a hablar y ya se parece mucho más a una niña que a un
bebé.
A veces, me sale
la vena egoísta de pensar que hubiera podido leer más, ver más series, escribir…
pero con una niña de 24 meses en casa los planes son diferentes.
Experimentos,
bailes, canciones, cuentos, pinturas, dibujos, puentes, caminos…
He aprendido a
organizarme y hay tiempo para todo.
Y disfrutamos al máximo.
Bueno las
rabietas no tanto… pero las gestionamos.
Espero que el
mundo en el que vamos a vivir a partir de ahora se preocupe mucho más del ser que
del tener, que valoremos todo aquello que en estos momentos echamos en falta y
que disfrutemos de vivir con una mentalidad sostenible.
Cómo cambia la
vida…
Los que se quedan
no pueden despedirse de los que se van, se congelaron los abrazos, los viajes,
las metas…
Y quedamos
nosotros.
Si algo bueno nos
debe enseñar todo esto es disfrutar de
todo lo que hacemos. De adaptarnos a las situaciones y sacar la parte positiva.
De vivir.
De exprimir la
vida como lo hicimos tú y yo.
Qué locura de
años…
Cuánto aprendizaje,
cuántos kilómetros recorridos, cuantas personas nuevas en el camino…
Aún hoy, nueve
años después, me escribe gente que te conoció y que quiere compartir sus
momentos contigo.
¿A cuánta gente
marcaste?
¿Cuántas personas
son quienes son en parte gracias a ti?
Incansable,
insaciable de aprendizaje, amigo de tus amigos y de cualquier persona que se
cruzara por tu camino, presumido, sibarita y al mismo tiempo defensor de los
pequeños placeres.
El alma de la
fiesta, el diablo de los números y el friki de los excels (con permiso de
Borja).
Qué jodido es el
destino.
Qué difíciles de
digerir son las muertes repentinas cuando te tocan de tan cerca.
En estos momentos
en los que está muriendo tanta gente en todo el mundo, miro las cifras y lloro.
Detrás de cada número
hay una historia, una familia, unos amigos.
Había vida.
9 años después de
perderte no tengo mucho más que decirte.
Pero te pienso.
Te recuerdo. Te nombro.
Sabes que pese a
que todo cambia, todo evoluciona, sigues impregnando mi vida.
Porque el tiempo
no se mide en segundos, ni en minutos, ni en horas.
Se mide en
momentos.
Y los que vivimos
juntos nunca dejaran de impregnarme.
Cuídate y
cuídanos.
Por siempre,
Rosa Martí.
Rosa, el mundo es una basura pero algo nos empuja a amar la vida y aferrarnos a ella hasta el último aliento. Cada año leo tu carta a Pedro. Cada año me haces llorar de ternura, de rabia, de empatía, de impotencia, de risa, de emoción. De ganas de vivir. No conocí a Pedro ni tampoco fui gran seguidora de la música de su grupo. Pero sí puedo asegurar, por todo lo que te leo, por todo lo que de él se cuenta, por culpa de su partida también, y sin duda gracias a la huella que ha dejado en tanta gente, que efectivamente la vida (la buena vida) solo se disfruta si la medimos en momentos. Tomo buena nota porque... ¡¡¡Profe, esa es toda una lección!!! ;-)
ResponderEliminarTal vez hayamos nacido para morir, pero puedes creerme si te digo que con estas cartas de cada año me demuestras que mientras sepamos abrazar, acariciar, preparar, cuidar y disfrutar como merecen esos momentos (los que vivimos, los que se fueron, los que vendrán) la vida no se nos escapará jamás. Probablemente esa sea la única posible victoria que se nos conceda al nacer y yo, te lo juro, leyendo cada año tu carta, con alguna ausencia dolorosa alrededor y algunas queridas presencias todavía cerca, me reafirmo en que seguiré persiguiendo esos momentos hasta mi último suspiro. Porque valen la pena. Y así, cuando me muera, igual que Neruda, espero poder pensar, decir, gritar a pleno pulmón aquello de "confieso que he vivido".
Gracias como cada año. Gracias por tu soplo de aire fresco y tu mensaje de fortaleza, sobre todo en este 2020 en que ese virus y sus desgracias quieren impedirnos las sonrisas y las esperanzas. Pero no lo conseguirán. Puedo jurártelo, y seguro que me darás la razón. ¿Me equivoco?
Un beso enorme, con todo mi aprecio.
Farrah M. Julià
Hola Farrah! Tu mensaje me llena de ilusión y de alegría de ver que personas que no nos conocemos de nada podemos llegar a empatizar tanto entre nosotras.
EliminarMe llena de curiosidad saber quién eres porque tu mensaje también es precioso y creo que sí, que de este año vamos a salir mucho más fuertes. De echo yo voy a salir con una niña más en mi vida, y que nadie ni nada nos va a quitar las ganas de sentir y vivir.
Ayer una amiga me pedía que como regalo de Navidad solo pedía una cosa.
Que volviera a escribir más asiduamente.
Y no me puedo negar.
No puede haber regalo más simple pero a la vez más personal y reconfortante que la palabra.
Así que espero saber más de ti. Yo intentaré estar más presente virtualmente con mis pensamientos.
Sonríe y sé feliz.
Cuenta con ello, Rosa. Yo también cuento con leerte más a menudo. Y cuida mucho a esa pequeña que llevas dentro. Le espera/os esperan muchas cosas que valen la pena.
ResponderEliminarY sonreiremos, desde luego, pase lo que pase y caiga quien caiga. Hay motivos, que por algo dice el dicho: "No hay rosa sin espina ni amor sin dolor". ¿Tal vez por eso Springsteen replicaba (por una vez, con toda razón) que "No es ningún pecado que estemos contentos de seguir vivos"? No lo sé, pero... estamos obligados a intentar ser felices. Eso seguro. Así que por mi, que no quede un solo esfuerzo por intentarlo. Gracias por recordárnoslo.
Un beso grande y hasta pronto!
Farrah M. Julià