¡Hola papá! ¿O
debería decir padre de madre?
Hace justo un año
no tenía ni en mente hacerte abuelo. Bueno sinceramente ya sabes que es algo
que nunca he querido desesperadamente.
Jorge sí que
tenía el instinto paternal más a flor de piel y ya sabes que el verano es muy
traicionero… Que te voy a decir a ti que
dos de tus cuatro hijas hemos nacido entre abril y mayo…
Abril. Tu nieta. Un
cambio de vida a nivel propio, de pareja, de costumbres y de trabajo.
Una personita que
necesita que la protejan, que la cuiden, que la alimenten, que la aseen y que
en definitiva la ayudemos a crecer.
Tú tienes
experiencia en esto pero para mí, ha sido un cambio de vida grande.
Me he criado viéndoos
criar niñas. Es verdad. Ocho, diez y
quince años de diferencia entre hermanas me hicieron triplicar los recuerdos de
crecimiento de Marga, violeta e Iris y sinceramente, decidir que yo no tendría
hijos o por lo menos, no tantos como vosotros.
Ahora, con el
paso del tiempo y con todo lo que nos ha pasado, puede que haya cambiado de
opinión y pueda afirmar que tener hermanos es un regalo que solo te pueden dar
tus padres.
Porque siempre
estamos ahí, aunque nos veamos más, menos, aunque discutamos, aunque les haga
una reflexión de “padre” o nos digamos verdades que no nos gusta oír… Aun así,
siempre acabamos pensando las unas con las otras y saliendo adelante.
Porque la vida
sin ti no es nada fácil. Muchas veces falta ese apoyo que para una adolescente
o postadolescente es imprescindible escuchar. Alguien que esté pendiente de ti.
Que te lleve el vaso de leche a la cama. Que se espere despierto cuando llegas
por la noche. Que sepa cuando tienes esa prueba que tanto te preocupa o que te
aconseje sobre qué camino tomar.
Y eso ya no está.
Y se nota.
Tus lágrimas al
despedirte cuando ya ni las palabras podían surgir de tus labios me
transmitieron tantas cosas que siete años después aun siento la energía de
hacer caso omiso de las situaciones desfavorables que es están desencadenando y
de esperanza de saber que tus cuatro hijas seguiremos adelante pase lo que
pase.
No quería
contarte cosas tristes porque solo son una pequeña porción de tiempo en nuestro
día a día pero se debe reconocer todo para valorar lo positivo.
Volviendo a
Abril, es una lástima que no le puedas contar tu historia de cuando te caíste en
una balsa, o los cuentos de la calavera Coki o las aventuras de un hueso de
aceituna en alta mar o cualquier otro de los cuentos que me contabas cada noche
y que incluso de tocaba duplicar o triplicar.
Aún es pequeñita,
tiene un mes. Pero el tiempo pasa volando y dentro de nada me la imagino
cotilleando todos tus vinilos y cds de la estantería - museo que hicimos con
tus colecciones.
En breve nos
mudamos de casa. Sabes que aquí hay muchos recuerdos juntos que, aunque en su día
sucumbieras a alquilar la casa, en estas paredes siempre quedará la esencia Martí
por mucho que se hagan obras inexplicables que duren más que la creación de la
sagrada familia.
Porque cualquiera
de las hermanas podrá volver a utilizarla como primera vivienda de emancipación
y seguir cuidando a San José igual que lo hemos hecho durante todos estos años.
Nos vamos a una
casa moderna, terminada a nuestro gusto y muy cerquita del trabajo. Las obras
van lentas y puede que aún pasemos el verano aquí, pero después de un bache albañil
todo se ha vuelto a encauzar y parece ser que todo ha vuelto a coger ritmo.
El trabajo bien.
Este año está siendo un poco extraño. Durante el tercer trimestre no he estado
yendo a trabajar y la verdad, echo en falta esa rutina.
Tampoco sé si las
palabras son echar en falta. Me gusta ir a trabajar. En el aula y en el
despacho cada día es una aventura y, aunque normalmente en el segundo espacio
muchas veces lo que te encuentras son problemas que deben ser solucionados, me
gustan mucho más los papeles que las lavadoras, las mediaciones que los
programas matinales de la tele y el estrés de tener mil cosas que hacer de hoy
para ayer que la tranquilidad de estar en casa preocupada de las necesidades
básicas de Abril.
Con esto no
quiero decir que no me apetezca estar con ella. Es una bolita preciosa que
huele genial, que me pasaría (y lo hago) horas y horas mirándola mientras
duerme, mama, ríe o llora. Que crece muy rápido y que ha creado un vínculo
conmigo que no se puede explicar con palabras.
Pero lo quiero
todo.
Y para ello hay
que empezar a gestionarse. Nueva organización, prioridades y decisiones para
buscar un equilibrio que me haga sentir plena en todos los aspectos de mi vida.
Y es que las
hormonas que segregamos las mujeres al dar a luz nos alejan tanto de los
hombres…
Creo en la
igualdad, pero no en una igualdad física (se ve claramente que hombre y mujer
somos diferentes a nivel físico), sino en una igualdad de responsabilidades, de
potenciales, de crianza incluso, pero mi consciencia de ser ya no volverá a ser
la misma.
Por mucho que me
empeñe por querer volver a mi vida anterior y compaginarla con la actual, la
oxitocina, la prolactina y sobretodo el apego que se ha creado entre el nuevo ser
que se ha gestado de dos células diminutas en mi vientre, que ahora respira,
come, llora y crece, me condiciona en toda mi vida actual.
Y los padres querréis
igual o más a vuestros hijos o hijas, os desviviréis por ellos, les protegeréis
siempre pero, y todo bajo mi humilde opinión, nunca tendréis el nivel hormonal
o incuso atómico o subatómico, me atrevería
a decir, que tiene una madre con su bebé.
El año que viene, cuando te vuelva a escribir,
habrá habido tantas anécdotas, momentos, cambios y situaciones nuevas que me da
hasta nerviosismo pensarlo.
Te fuiste
demasiado pronto de este mundo.
Aún te quedaban
demasiadas emociones por vivir.
Déjame al menos contártelas
en cartas cada año.
Siempre serás y estarás
en nuestras vidas.
Porque pese a
toda mi reflexión de madre hormonada que acabo de hacer, has sido mi
influencia, mi consejero, mi referente y mi PADRE con mayúsculas.
Y no, no me
pariste.
Pero me hiciste.
Besos papá.
Rosa Mari
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