La vida es puro azar.
Una simple coincidencia de
hechos y actuaciones puede cambiar el rumbo de tu existencia para
siempre.
No lo pensamos. Nos
volveríamos locos. Pero todas nuestras acciones de cada día, de
cada hora, minuto o segundo, formarán el futuro de nosotros mismos.
Por lo que hacemos. Por lo
que no hicimos.
Anhelar no tiene sentido.
Actuar en esa dirección es lo que cuenta. Nada cae del cielo.
Se puede tener suerte pero
hay que buscarla.
La predisposición de una
persona hacia lo que le gustaría alcanzar, ser o tener, es la mejor
papeleta que se puede adquirir para que te toque la varita de la
suerte.
Nosotros elegimos, estar
con alguien o conocerle.
Las personas, al igual que
los años, van pasando. Nos acompañan a lo largo de nuestras vidas.
Siempre estaremos rodeados de gente.
Puedes conocer a alguien
de siempre y no llegar a conocerle nunca.
Muchas veces, nos gustaría
que una persona estuviera mucho más tiempo acompañándonos del que
en realidad estuvo.
El anhelo mutuo es más
complicado de lo que parece. Hay que unir la persona o hecho
adecuado, con el lugar y el tiempo exacto para que ese sentimiento,
acción, o relación surja.
Todo lo que vivas, todo lo
que sientas, todo lo que conozcas, todo lo que disfrutes y todo lo
que transmitas aportarán un poco más a tu vida.
Sin arriesgar no se gana.
Sin actuar no se empieza.
Sin vivir mueres en vida.
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