Ya no me llamas.
Todos los días me despierto con la
esperanza de oír sonar el teléfono.
Pero el teléfono no suena.
Y yo me desespero.
Empiezo a cortar chiquitines trocitos
de papel de colores.
El rojo se mezcla con el negro y el
verde con el morado.
Los guardo todos en una cajita de color
azul celeste.
Es como una piscina de color.
Voy a impregnarlos de ti.
Te cogí un frasquito de colonia sin
que te dieras cuenta.
Voy a hacer que todos los papelitos
huelan a ti.
Pero el oído no tiene nada que ver con
el olfato.
¿Por qué no me llamas?
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