Pesas 6’64kg, mides 61cm y tienes un perímetro craneal de 42cm.
Sigues creciendo y engordando correctamente. Tus muslos son tan graciosos y
regordetes que dan ganas de estar apretándolos todo el día.
Algo que me tiene alucinada son tus uñas. ¡No paran de crecer! Al
principio, por miedo, solo las limábamos con un aparatito llamado “Baby Nails”,
pero ahora ya me he pasado a las tijeritas porque no había manera. ¡Vamos
llenos de arañazos!
Cada vez te gusta menos el gimnasio Montessori. Te aburre estar boca arriba
y siempre que te dejamos a jugar en el
suelo, te giras inmediatamente para ponerte boca abajo y atrapar todo lo que tienes
a tu alrededor.
Te encanta coger objetos con tus manitas y ponértelo todo en la boca. Si te
interesa algo puedes incluso girar tu cuerpo 180º con pequeños movimientos de
manos y piernas.
Lo que más te gusta sigue siendo la música. Escucharnos cantar siempre te
saca una sonrisa. Da igual que estés llorando, que estés aburrida o medio
dormida. Si nos oyes cantar se paraliza el mundo.
Nos hemos comprado nuevo ukelele. Desde que naciste, papá acompañaba las
canciones y les daba un toque de ritmo y de armonía y la verdad, me dió un poco
de envidia ver que yo solo cantaba.
He aprendido a tocar los acordes básicos también. Estoy encantada con el
nuevo instrumento. ¡Muy buena sonoridad y muy fácil de tocar! Ahora, todas
nuestras canciones tienes ritmos rasgados.
Pensaba que todos los muebles de tu habitación ya los estrenaríamos en la
nueva casa pero tu crecimiento no para y la casa parece que, aunque avanza poco
a poco, no sigue tu mismo percentil.
La minicuna ya no nos sirve. Aún cabes pero, durante tus dormidas no paras
de dar vueltas, boca arriba, boca abajo, de lado, en diagonal… y en la minicuna
el espacio era inexistente y te enfadabas y te ponías a llorar al ver que te
quedabas a mitad camino en tus hazañas nocturnas.
Hemos montado la cuna grande y ahora te mueves a tus anchas.
Y lo mismo nos ha tocado hacer con el capazo del carro. Ya hemos pasado a
la sillita.
El sueño… pues depende. Yo ya me he acostumbrado a despertarme, darte un
poco de pecho y las dos a seguir durmiendo. La única toma que se me hace muy
pesada es la de las 6-7 de la mañana. Yo seguiría durmiendo y tú ya tienes
ganas de jarana mañanera hasta las 9 que sueles hacer un mini descanso de media
hora.
Normalmente el patrón es binario. Dos horas de vigilia, media horita de
sueño. Pero todo puede cambiar en cualquier momento.
Desde finales de agosto hasta mitad de septiembre empieza el cuarto salto
hacía el mundo de los acontecimientos.
Leímos que era un
salto fuerte. Se junta con la crisis de sueño y de lactancia. El sueño empieza
a tener etapas más parecidas a los adultos, con micro despertares que nosotros
tenemos totalmente asimilados y no nos damos cuenta y para vosotros cada micro despertar
es un momento nuevo que no sabéis gestionar.
La lactancia
empieza a auto regularse. Aún parezco una fuente andante cada vez que mamas
pero sí que es verdad que ya no tengo los pechos hinchados como piedras en cada
toma.
No cambio por
nada la lactancia materna. Es muy cómodo llevar el alimento preparado en
cualquier momento y lugar. Al principio es pesado. No es nada fácil. Pero
ahora, que madre e hija estamos acopladas totalmente, es nuestro momento. Y sí,
requiere atención plena. Mirada con mirada. Y saber que el alimento que está
tomando es perfecto para las dos.
Ya puedo asegurar
que no me he privado de nada este verano
aun así he seguido perdiendo peso.
El día 1, con la
vuelta de papá al trabajo y con el inicio del salto en pleno auge, nos diste un
susto que ha marcado el inicio de nuestro año natural.
El sábado por la
noche empezó a subirte la fiebre y empezaste a vomitar toda la leche que bebías.
No eres de
devolver. Ni tan siquiera esos pequeños reflujos que tienen muchos niños y que
manchan los hombros de los padres.
Me asusté. No
parabas de llorar. Y tú tampoco eres de llorar mucho.
La fiebre pasaba
de 38º y decidimos irnos al hospital.
Llegamos con 39º
de fiebre pero no te encontraron qué podría estar provocándola.
Con febrectal te
bajaron la fiebre. Descubrir una alternativa no oral al apiretal fue toda una
bendición.
Decidieron
hacerte una analítica de orina. Problema. Para recoger la muestra tenían que
pegarte una bolsita en los genitales y que hicieras pipi.
Toda la noche en
el hospital. Al final consiguieron una pequeña muestra y en los resultados
diagnosticaron infección urinaria.
Antibiótico y a esperar los resultados del cultivo que
tardarían unos 4 días.
A las 6 de la
mañana volvíamos a casa hechos polvo y sin haber dormido.
Con febrectal y
antibiótico en menos de veinticuatro horas volvías a estar tan risueña como
siempre.
Mamá es la que se
puso fatal. Con mocos, fiebre, dolor de oídos y malestar como si me hubieran
dado una paliza.
Solo podía tomar
paracetamol. Pero con la ayuda de la abuela, de papa y de la tía Marga pude
descansar y recuperarme en veinticuatro horas.
Hasta en esto
estamos conectadas.
Con los
resultados del cultivo fuimos a nuestro pediatra de cabecera y nos comentó que
puede que no tuvieras ni infección de orina. Es muy raro en lactantes y muchas
veces, las muestras de orina se mezclan con un poquito de heces al coger la
muestra y dan un falso positivo. Pero para estar tranquilos y terminar lo
empezado, hoy terminados de darte el antibiótico que hemos ido compaginando con
un probiótico, y te haremos una nueva analítica de orina y una ecografía la
semana que viene. Igual simplemente ha sido un virus. O igual no.
La vuelta al cole
ha venido fuerte. Pero nosotras podemos con todo.
Respecto a la
casa hemos avanzado pero como te he contado antes, a un paso muy lento. Agosto
es complicado para los oficios.
Papá sí que ha
estado yendo toda la segunda quincena y se ha montado junto a tu padrino y tu
abuelo todo el vestidor, los espejos de los baños y la zona de biblioteca
musical y literaria.
Nos faltan las
luces y los últimos coletazos de final
de obra.
Limpieza a fondo
de toda la casa y la gran mudanza.
Esperemos que en
septiembre - octubre podamos terminar por fin.
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