domingo, 11 de noviembre de 2018

Abril en octubre de 2018. Sexto mes.


Tantos cambios y momentos que no sé por dónde empezar.

Medio año de vida.

Seis meses de acontecimientos, de avances y de descubrimientos que nos han hecho cambiar por completo.

Tu vida y la nuestra.

Pesas 7’58kg y mides 65cm con un perímetro craneal de 43 cm.

Estás a punto de descubrir nuevos sabores, nuevas texturas y nuevas maneras de ver el mundo.
Porque empiezas a mantenerte sentada, empiezas a gatear y empiezas a establecer horarios.

Y esto ha venido a la fuerza.

Mamá ha empezado a trabajar.

Lo necesitaba.

Admiro a las madres que se cogen excedencias y dejan su vida laboral por cuidar a sus hijos.

Para mí es mucho más pesado que trabajar.

La casa se me caía encima.

Rodeada de obras, problemas con la nueva casa, cajas en los dos sitios y una dependencia mutua que no me dejaba pensar con claridad.

Volví a trabajar el día de Halloween.

Nos mudamos a nuestra nueva casa el día 3 de noviembre.

Todo a la vez.

Y ni te has inmutado.

La verdad es que alucino con lo buena que eres.

Te has quedado con la abuela hasta que papá se ha cogido la excedencia del trabajo desde el 5 hasta reyes.

Hemos podido gestionar genial el tema de las tomas de leche y seguimos con la lactancia aunque ahora de 9 a 16’30 con los momentos de alimentación establecidos a la fuerza.

Pero si no me hueles no hay problema.

Estamos llevándolo genial y, a partir del mes que viene lo complementaremos con la alimentación sólida.

Ya estamos en la nueva casa.

Tú no te acordarás de nada y para ti, esta habrá sido tu casa de siempre.

Ha sido un poco locura porque pensábamos que el día no llegaría nunca.

El alta del gas natural se nos retrasó muchísimo tiempo y al fontanero se le olvidó empalmar una tubería con lo que se nos mojó toda la talla del comedor y hubo que agujerearla… bueno, cosas de las obras. Todo se hace dos o tres veces y nunca lo dejan perfecto.

Pero qué maravilla. La casa se mantiene a 20 grados sin calefacción, todo nuevo, a nuestro gusto, hecho a medida con una luz tremenda, la cocina abierta, las habitaciones grandes… y todo en una avenida ancha, con muy poco tráfico y abetos enormes  en el centro.

Estoy a 5 minutos andando del colegio y poder ir a trabajar sin coger coche es otro de los grandes beneficios del cambio de casa.

Es pesado conciliar crianza y trabajo pero me ha hecho sentir que vuelvo a  ser yo. Vuelvo a ser Rosa Martí, con sus ideas, sus retos y sus intereses.

Estos seis meses no me encontraba. Había días que pasaban y ni me daba cuenta. Me venían a la cabeza pensamientos de nostalgia de cuando aún no habías nacido y tenía tiempo de leer, de ver una serie o simplemente de tumbarme al sofá y no hacer nada. Y lo pasaba mal. Era una lucha constante entre lo consciente, lo inconsciente, lo aprehendido y lo socialmente correcto.

Pero la rutina del trabajo, saber que estás bien con papá o con la abuela, el paulatino desapego de no depender las 24 horas de mí y ver como sonríes y te duermes en mis brazos me ha hecho devolverme las ganas de ser yo de nuevo.

No todas anhelamos ser madres y mucho menos la vida de crianza y de ama de casa.

Debería hablarse más sobre el tema. Aún sigue habiendo muchos tabúes y secretismo. Se pinta como lo mejor que te ha pasado en la vida y, puede que sí, pero también puede que el cambio radical de situación te deje tan desubicada que no te aclares ni te encuentres  a ti misma en el proceso.

Ahora acabar de arreglar todo. Pensar en nuevos proyectos en el colegio, organizar nuevos retos para la nueva tutoría que acabo de empezar, montar tu habitación. Montarte toda tu biblioteca (mamá hace dos años se volvió loca comprando libros infantiles de la editorial combel que estaban rebajadísimos y ahora creo que tienes más libros sin haberlos elegido que muchos niños tendrán en toda su vida).

Y disfrutar. Disfrutar de cerrar una etapa de seis años en Moncofa que me hizo recuperarme de la perdida de dos pilares. Que me hizo conocer la independencia y me aportó la libertad de reinvertarme a mi manera.

Disfrutar de ti. De una lactancia que espero continuar en el tiempo. De unas noches que, pese a despertarte cada dos horas no se me hacen pesadas (eso sí, a las 22h estoy en la cama). De una casa con paellero y barbacoa, de tener lavavajillas, calefacción  y un vestidor enorme.

Disfrutar de tener a papá en casa. De comer juntos. De desayunar juntos. De que vengáis a buscarme al colegio, de pasear, de verte crecer conjuntamente y de terminar de decorar nuestra casa con objetos que de verdad tengan sentido para nosotros.


Bienvenidos cambios.


Encantada de conoceros. Vamos a avanzar juntos.


Los 3.






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