Tantos cambios y
momentos que no sé por dónde empezar.
Medio año de
vida.
Seis meses de
acontecimientos, de avances y de descubrimientos que nos han hecho cambiar por
completo.
Tu vida y la
nuestra.
Pesas 7’58kg y
mides 65cm con un perímetro craneal de 43 cm.
Estás a punto de
descubrir nuevos sabores, nuevas texturas y nuevas maneras de ver el mundo.
Porque empiezas a
mantenerte sentada, empiezas a gatear y empiezas a establecer horarios.
Y esto ha venido
a la fuerza.
Mamá ha empezado
a trabajar.
Lo necesitaba.
Admiro a las
madres que se cogen excedencias y dejan su vida laboral por cuidar a sus hijos.
Para mí es mucho
más pesado que trabajar.
La casa se me
caía encima.
Rodeada de obras,
problemas con la nueva casa, cajas en los dos sitios y una dependencia mutua
que no me dejaba pensar con claridad.
Volví a trabajar
el día de Halloween.
Nos mudamos a
nuestra nueva casa el día 3 de noviembre.
Todo a la vez.
Y ni te has
inmutado.
La verdad es que
alucino con lo buena que eres.
Te has quedado
con la abuela hasta que papá se ha cogido la excedencia del trabajo desde el 5
hasta reyes.
Hemos podido
gestionar genial el tema de las tomas de leche y seguimos con la lactancia
aunque ahora de 9 a 16’30 con los momentos de alimentación establecidos a la
fuerza.
Pero si no me
hueles no hay problema.
Estamos
llevándolo genial y, a partir del mes que viene lo complementaremos con la
alimentación sólida.
Ya estamos en la
nueva casa.
Tú no te
acordarás de nada y para ti, esta habrá sido tu casa de siempre.
Ha sido un poco
locura porque pensábamos que el día no llegaría nunca.
El alta del gas
natural se nos retrasó muchísimo tiempo y al fontanero se le olvidó empalmar
una tubería con lo que se nos mojó toda la talla del comedor y hubo que
agujerearla… bueno, cosas de las obras. Todo se hace dos o tres veces y nunca
lo dejan perfecto.
Pero qué
maravilla. La casa se mantiene a 20 grados sin calefacción, todo nuevo, a
nuestro gusto, hecho a medida con una luz tremenda, la cocina abierta, las
habitaciones grandes… y todo en una avenida ancha, con muy poco tráfico y
abetos enormes en el centro.
Estoy a 5 minutos
andando del colegio y poder ir a trabajar sin coger coche es otro de los
grandes beneficios del cambio de casa.
Es pesado
conciliar crianza y trabajo pero me ha hecho sentir que vuelvo a ser yo. Vuelvo a ser Rosa Martí, con sus
ideas, sus retos y sus intereses.
Estos seis meses
no me encontraba. Había días que pasaban y ni me daba cuenta. Me venían a la
cabeza pensamientos de nostalgia de cuando aún no habías nacido y tenía tiempo
de leer, de ver una serie o simplemente de tumbarme al sofá y no hacer nada. Y
lo pasaba mal. Era una lucha constante entre lo consciente, lo inconsciente, lo
aprehendido y lo socialmente correcto.
Pero la rutina
del trabajo, saber que estás bien con papá o con la abuela, el paulatino
desapego de no depender las 24 horas de mí y ver como sonríes y te duermes en
mis brazos me ha hecho devolverme las ganas de ser yo de nuevo.
No todas
anhelamos ser madres y mucho menos la vida de crianza y de ama de casa.
Debería hablarse
más sobre el tema. Aún sigue habiendo muchos tabúes y secretismo. Se pinta como
lo mejor que te ha pasado en la vida y, puede que sí, pero también puede que el
cambio radical de situación te deje tan desubicada que no te aclares ni te
encuentres a ti misma en el proceso.
Ahora acabar de
arreglar todo. Pensar en nuevos proyectos en el colegio, organizar nuevos retos
para la nueva tutoría que acabo de empezar, montar tu habitación. Montarte toda
tu biblioteca (mamá hace dos años se volvió loca comprando libros infantiles de
la editorial combel que estaban rebajadísimos y ahora creo que tienes más
libros sin haberlos elegido que muchos niños tendrán en toda su vida).
Y disfrutar.
Disfrutar de cerrar una etapa de seis años en Moncofa que me hizo recuperarme
de la perdida de dos pilares. Que me hizo conocer la independencia y me aportó
la libertad de reinvertarme a mi manera.
Disfrutar de ti.
De una lactancia que espero continuar en el tiempo. De unas noches que, pese a
despertarte cada dos horas no se me hacen pesadas (eso sí, a las 22h estoy en
la cama). De una casa con paellero y barbacoa, de tener lavavajillas,
calefacción y un vestidor enorme.
Disfrutar de
tener a papá en casa. De comer juntos. De desayunar juntos. De que vengáis a
buscarme al colegio, de pasear, de verte crecer conjuntamente y de terminar de
decorar nuestra casa con objetos que de verdad tengan sentido para nosotros.
Bienvenidos
cambios.
Encantada de
conoceros. Vamos a avanzar juntos.
Los 3.
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