Cuenta la leyenda que un
apuesto joven salvó a una bella princesa de ser devorada por un dragón que
tenía aterrorizada a toda la población.
No existen dragones que
derramen sangre convertida en rosas rojas al ser vencidos.
Lo que de verdad existe es
gente enamorada que se preocupa por darte lo mejor de si misma.
Parejas que vencen
distancias, problemas, preocupaciones y prejuicios.
Porque el amor lo puede
todo. Acortar kilómetros, parar el tiempo, cegar, eclipsar, hacer que cualquier
tontería suene y sea perfecta e incluso, sacarnos una sonrisa en los días que
solo apetecería llorar.
Yo no quería casarme.
Bueno, casarme sí. Pero no hacer fiesta. Y ya me veis. Un bodorrio en toda
regla.
Gràcies Jorge, per
haver-me conveçut.
3 meses para organizar una
boda. Imposible, me decían las dependientas de las tiendas de vestidos. Una
locura, me decía la gente a la que íbamos invitando.
Pero aquí estamos. Vestidos
con trajes a medida, auto gestionando una ceremonia y con toda una noche por
delante para pasarla con vosotros.
Elegir, descartar, buscar
la mejor opción. Hacer números. Volver a elegir, volver a pensar. Imaginar.
Crear desde cero.
Volverme loca comprando
por internet. Decorar. Pensar en nosotros. Pensar en vosotros, pensar en los
demás.
Me ha encantado el
proceso. Ir juntos Jorge y yo a comprar el vestido. No encontrar nada que me
gustara y decidir crearlo desde cero. Recorrer 45 tiendas de zapatos en Madrid
en un día y acabar comprándolos a una diseñadora
japonesa afincada en Elda.
Tampoco se queda corto el
labial. Sabía que tenía que ser rojo pero... qué rojo? Después de empaparme de
video tutoriales en youtube, de
comprarme toda la gama completa del color de la pasión, y de escuchar mil y una
historias sobre la transferibilidad de los productos, como podéis ver lo encontré.
Los pendientes los compré
anteayer. Muy típico en mi eso de dejar cosas para última hora.
Este texto lo escribí
anoche.
Preparar vuestro regalo.
Ir disfrutando juntos Jorge y yo de cada minuto del proceso.
Crear nuestra canción.
La canción que define
nuestra vida. Cualquier día puede ser un día especial.
Una vida que ha juntado a dos personas que se conocían de hace
muchísimos años. Que ha decidido dar un giro de 360 grados a la amistad para
convertirlo en amor y que ha conseguido que dos compañeros de conservatorio que
tomaron caminos diferentes en la vida se vuelvan a mirar con diferentes ojos.
Porque así pasó. De
repente nos miramos con diferentes ojos.
Todo, lo bueno y lo malo,
sucede de repente. Las ideas llegan de repente, la amistad aparece cuando menos
te lo esperas, las canciones, surgen de camino al colegio ¿veritat Jorge?
Incluso la muerte, aparece sin avisar y te toca.
Y te toca de muy cerca. Y
varias veces. Y no entiendes nada y no quieres hundirte.
Pero sucede. De repente. Y
nadie puede cambiar la historia. Nadie puede borrar lo malo que nos pasa. Y
nadie debería nunca poder hacerlo.
Todo lo que hemos vivido,
todo lo que nos ha pasado es lo que nos ha hecho ser hoy como somos.
Soy feliz. Estoy feliz.
Encontrar una persona que
sé que me quiere, que me respeta, que me aguanta. Que ve virtudes donde otros
verían defectos, que entiende la vida de la misma manera, que se ríe.
Que inventa, que crea, que
a su lado incluso los días malos tienen luz. Que hace un sushi de muerte y que
al mismo tiempo puedes estar tres meses a dieta que siempre le dará un toque de
chef a la montaña verde.
Que me escucha, que me
termina las frases que suelo dejar a medias, que intenta ver una peli pero se
duerme al minuto cinco y luego quiere que se la cuente entera.
Que me oculta trucos de
magia pero al mismo tiempo me pide que le de opinión artística y sobretodo que
divaga conmigo.
Porque si fuera por
nosotros no habría fracaso escolar. Las
horas de disertación educativa podrían valer como tesis doctorales.
La música, nos hizo
conocernos, nos hizo ser amigos y nos hizo ser quien somos.
Porque Jorge es especial.
Yo no podía casarme con una persona normal. Nadie acabaría poniéndose unos
zapatos medio rojos por mí el día de su
boda.
La vida es demasiado
bonita para no disfrutarla con un grado de locura.
Jorge y yo la tenemos.
Tenemos la locura de
querernos, de pese a ser un cabezón y torcerse cuando algo que tenía planeado no
ocurre como debiera, aprende día a día a relativizarlo todo.
Perque vida Jorge, soles en tenim una i jo he decidit
compartir-la amb tu.
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