Quiero que me digas lo que sientes. Que
no te calles nada.
Es muy difícil adivinar tus
sentimientos y, en consecuencia, actuar.
No te creas que para mí es fácil, pero
me he dado cuenta que no sirve de nada tener miedo.
Te paralizas, te bloqueas y el tiempo
pasa delante de tus narices.
Hay trenes que solo pasarán una vez. O
los tomas o renuncias a ese viaje para siempre.
A todos nos puede salir mal.
Puede durar un día o un siglo.
Quizás te arrepientas de tu decisión
pero, al menos, lo intentaste.
Lamentarse de lo hecho es una forma de
aprender.
Lamentarse de lo no vivido es una forma
de perder.
Con todo esto no digo que seamos
impulsivos ante cualquier situación.
Seamos fieles a nuestros principios,
nos educaron bien.
Haz uso de tus valores y confía en ti
mismo.
Creelo.
En el fondo, tanto jaleo puede que
simplemente termine en un quiero que me besen, que me abracen, que
me hagan un poco más pequeña la cama, que me toquen el pelo, que
disfruten de mi cuerpo, que me hagan perder el sentido y que me digan
te quiero.
Complicado ¿o no?
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