Te gustan los zapatos de tacón.
A mí me encantan pero siempre termino muerta
cuando los he llevado puestos toda la noche.
En verdad da igual. Para presumir hay que
sufrir. El tacón queda genial.
Y a ti te encantan mis zapatos de tacón.
Verlos, tocarlos, chuparlos.
En cambio yo, a veces, te clavaría el tacón en
el corazón.
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